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06 febrero 2007

El mejor vino (I parte)

Hay de todo para todos los gustos; como los colores, como la música. Y, ¿por qué nos gusta una más que otra?

Si se demostrara lo que dice Benjamin Libet, el cerebro se "pone en marcha" antes de que "decidamos" hacer algo (ya estamos otra vez; a ver si va a ser verdad lo de matrix...!) por lo que pudiera ser que "queremos lo que hacemos y no que hacemos lo que queremos". ¿Será igual con los gustos? ¿será que nos gusta la música que oímos (por veteasaber qué extraños otros motivos) en vez de oir la música que nos gusta?

O no: porque también es cierto que "oímos lo que queremos" (entonces, no queremos lo que oímos, ¿no?). Y está demostrado: nuestra percepción varía en función de las expectativas (si tenemos hambre veremos todos los letreros de "restaurante"). Pero, ¿por qué queremos lo que oímos? ¿o por qué nos gusta ese tío o tía, o el atardecer más que el amanecer?

Para complicarlo todo (o quizá para ayudarnos), otra cosa: nuestra percepción depende de la experiencia previa y de la comparación: es conocido lo de meter las manos en agua caliente (y fría) y luego templada; como cambia la cosa; y, ¿alguien sabe por qué vemos el sol o la luna más grande cuando está sobre el horizonte que en mitad del cielo? Porque la vista nos vuelve a engañar ¿o no?

Un experimento en el que mujeres (sería igual con hombres) tenían que elegir entre un montón de medias nailon. La cuestión es que eran todas iguales, pero todos (los sujetos) dieron explicaciones de por qué elegían las que eligieron en lugar de otras. Conclusión: una parte del cerebro (¿izquierda?) justifica la elección que ha hecho la otra parte (¿derecha?) sin saber muy bien por qué (!)

O sea, que si hubiera conocido a esa persona en otro sitio o circunstancias, quizá no me hubiera atraído?... A estas alturas ya no sé qué ni quién me gusta... Veremos en la II parte.

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